Jesse Katayama, el turista japonés que se quedó en Machupicchu por varios meses durante la pandemia de la Covid-19, solo para poder cumplir su deseo de conocer la Maravilla Mundial, vuelve a ser noticia. Volvió para casarse en la tierra que lo cobijó más de medio año.
Aunque se trató de una ceremonia simbólica, el visitante oriental no tuvo mejor idea que volver cinco años después para casarse en la municipalidad de Machupicchu, a propuesta de la municipalidad distrital y pleno consentimiento de joven.
El joven visitante se casó simbólicamente con su novia Yuki Inazawa, en un acto que reunió a funcionarios y testigos del emotivo momento. El regalo de esta unión, fue una pequeña escultura de piedra de un inca con un águila sobre el hombro derecho.
La boda fue simbólica porque se trataba de extranjeros, que tendrían que estar nacionalizados para que su boda tenga validez legal.



