Apoyados de tecnología de última generación y un grupo de especialistas, arqueólogos cusqueños lograron confirmar la existencia de las chincanas, míticos caminos subterráneos que unían los complejos ceremoniales de Sacsayhuamán y Qoricancha. Además, para ello también se usó el método de escritos que dejaron los cronistas.
El arqueólogo Jorge Calero, refirió que son tres trazos que se estudian, por ejemplo, es el que une Qoricancha con un rodadero de Sacsayhuamán, Colcampata que une al Templo de San Cristóbal y luego baja en línea recta hacia Cusco. El profesional habla de otros trazos.
Consultado sobre el fin de la construcción de estos caminos subterráneos; el profesional dijo que los conceptos están siendo investigados.